lunes, 26 de noviembre de 2018

¿Alienígenas en la Antártida?



Marosa la foca curiosa, andaba por la Base Científica Antártica Artigas cuando vio dos personas comentando que habían encontrado un mosquito. Eso era algo muy extraño en el inhóspito clima antártico, así que se apresuró a buscar a su amigo, el pingüino Borravino para contarle...


Historias de Marosa, la foca curiosa

¿Alienígenas en la Antártida?

Por Waldemar Fontes

La temporada de verano se acercaba y los días se hacían largos y la gente de las bases, aprovechaba para hacer mantenimiento de las instalaciones, reparando los daños que el duro invierno había ocasionado y preparando todo para recibir el relevo que pronto llegaría.

La foca Marosa estaba curioseando por un costado de la Base Científica Antártica Artigas cuando vio que dos personas que trabajan limpiando una cámara séptica, comentaban muy admirados, que habían encontrado un mosquito. 

Eso era algo muy extraño en el inhóspito clima antártico y hasta Marosa se sorprendió por lo que decían… Por esa razón se apresuró a buscar a su amigo, el pingüino Borravino para contarle. 

-¡Dicen las personas que encontraron un mosquito! ¿Cómo pudo hacer para sobrevivir en este clima tan frío? 

-¿Un mosquito? Preguntó el pingüino – ¿de dónde salió? 

-No me imagino, contestó la foca. Para mí que se equivocaron y lo que vieron fue una típula

-¿Típula? ¿Qué es una típula? Nunca conocí una, dijo Borravino. – ¿Vamos a ver? 

-Vamos, dijo la foca mientras le explicaba al pingüino, que su abuela le había contado que las pobres típulas siempre habían sido confundidas con los mosquitos… 

-¿Cómo es eso? Insistió Borravino. ¿Son mosquitos o no? 

-En realidad no lo son. Los mosquitos pican y se alimentan de sangre y las típulas se alimentan de jugos vegetales. Según me contó mi abuela, las típulas pueden vivir mucho, mucho tiempo sin alimentarse... 

Típulas, dibujo de Moses Harris

-Que animales interesantes, mira si los comparas con mi amiga la ballena Josefina que come toneladas de comida… 

Marosa se rió y dijo: -No se puede comparar… 

Pero, te sigo contando. Mi abuela decía que las típulas son más bien moscas, que mosquitos. 

-Pero igual, dijo el pingüino. ¿Cómo hace una mosca para vivir acá, con este frío? 

-No sería cualquier mosca. Hay una especie que vive en estas latitudes, en las islas sub antárticas, desde tiempos inmemoriales y aunque a las personas les parece extraña, se podría decir que es tan de aquí como las focas y los pingüinos. 

-Uy ¡qué tranquilidad me das! Yo estaba pensando que era uno de los personajes de la película “Alien versus Depredador” 

-¡No! Las típulas no, dijo la foca. -Las han estudiado desde principios del siglo XX y aunque los científicos piensan que llegaron hasta acá en algún barco, en realidad nunca se pudo comprobar y habría que aceptarla como un habitante más de la Antártida. 

-Mi abuela me contó que en inglés la llamaban “crane fly” que significa “la mosca zancuda” y que tienen un nombre científico: se llaman “Tipula antarctica Alexander, 1920”. 

-¿Quién era Alexander? ¿Acaso era su papá? Preguntó el pingüino 

-¡No!, contestó Marosa. Era un entomólogo, o sea un científico de los que estudian los insectos. Alexander nació en Nueva York en 1889 y murió en 1981. 

-Según me contó un investigador, Alexander describió en su vida 11.000 especies, o sea que hacía la descripción completa de un animalito, cada día de su carrera, por 30 años! 

-¡Qué cantidad! ¡Es impresionante! Dedicó su vida a investigar los insectos. Nunca pensé que hubiera tantas especies. 

-Así fue, y a pesar de todo, aún quedan especies por descubrir. 

-¿En serio? Está bien. Comprendo que esta esa mosca zancuda, no es un “alien”. Pero hay otros animalitos que si los son, insistió el pingüino. 

-Si, lamentablemente es así. Me contó mi amigo el investigador, que con el cambio climático y a causa del mayor movimiento de barcos y aviones, el mundo se ha globalizado y hay muchas especies que se han trasladado de un lugar a otro, invadiendo lugares que no eran los suyos. 

Me contó un gaviotín, que se han reunido científicos de Rusia, Polonia y Corea del Sur con los investigadores de Uruguay, para observar y controlar la presencia de una mosca no autóctona que anda volando por la isla Rey Jorge, a la que llaman Trichocera maculipennis


-Lo sabía! ¡esos son los “aliens”! Gritó el pingüino alarmado 

-Si, respondió la foca, -se les llama “aliens” en inglés, pero en español diríamos especies alienas o alóctonas, que significa: “Que tiene un origen diferente del lugar donde se encuentra”. 

-Solo de escuchar ese nombre, ya me da miedo, dijo el pingüino. –¿Crees que los alóctonos nos terminaran invadiendo? 

-Sería posible, dijo la foca. –Pero las personas que están trabajando e investigando en la Antártida, han tomado conciencia de este riesgo y están aplicando medidas preventivas, como ser fumigar las cargas antes de desembarcarlas, desinfectar las ropas y las botas de la gente que llega.

-Pero, los alienígenas pueden esconderse en cualquier lugar, o venir disfrazados de nieve, de ballena o ¡hasta de foca!

-¿De foca? En todo caso de pingüino. No me extrañaría que alguien como tú, viniera de otro planeta… Pero en todo caso, los alienígenas son otra cosa. 

-“Alienígena” es la palabra que se emplea para designar a los seres extraterrestres, de las historias de ciencia ficción… y nosotros hablábamos de especies ajenas a la Antártida que por alguna razón, han llegado hasta aquí y la estarían contaminando. 

Las personas de la Base Artigas, siguen un procedimiento llamado “Medidas preventivas para evitar la introducción de especies alienas en la Antártida” y así intentan proteger nuestro hábitat libre de invasores.

-Qué bueno saber eso, dijo Borravino. –entonces iré a avisarle a Don Camejo, el elefante marino gruñón que se instaló en mi playa. No puedo creer que sea autóctono de la Antártida, con ese mal humor que tiene. Pero por las dudas, antes que lo rocíen con algún producto para espantarlo, prefiero espantarlo yo. 

 Y se fue raudo rumbo a la playa, blandiendo sus alitas, para asustar al elefante marino, que lo miraba incrédulo… sabiéndose dueño del lugar, por más que aquel pingüino barullento, lo quisiera impresionar.

-oOo-

Para saber más

Referencias




SABIAS QUE…
Uruguay ha publicado un documento titulado “Medidas preventivas para evitar la introducción de especies alienas en la Antártida, en cumplimiento del Anexo II del Protocolo”, que detalla los procesos empleados para evitar que especies no originarias de la Antártida (alóctonas), ingresen accidentalmente al área del Tratado Antártico.



Historias de Marosa, la foca curiosa
¿Alienígenas en la Antártida?

viernes, 20 de abril de 2018

el pinguino volador


El invierno estaba llegando y en la Base Artigas se preparaban para recibirlo. Marosa la foca curiosa conversaba con su amigo Borravino y una ráfaga de viento hizo que el pingüino se elevara por los aires.
Los pingüinos son aves, entonces...¿pueden volar?...
¡No te pierdas esta historia, te divertirás mientras aprendes!

Historias de Marosa, la foca curiosa: El pingüino volador

por Waldemar Fontes
Publicado en el Portal Ceibal

El viento soplaba con fuerza y Marosa estaba bien chatita, aplastada contra el suelo, detrás de las rocas, protegiéndose de la ventisca, cuando vio venir a Borravino, caminando más rápido de lo que sus piernas lo permitían, balanceándose para hacer equilibrio con su alitas bien abiertas.  
La ventisca lo arrastraba y sus patitas ni tocaban el suelo...
-¡Rápido!, ¡por acá Borravino!.  Métete aquí conmigo al cubierto de las rocas. Dijo Marosa.
-¡Uy, qué ventisca!, dijo el pingüino.  -Con un día como hoy, la gente de la Base Artigas ni se ve.
-Es cierto. Normalmente no salen con un tiempo así, a no ser que se rompa algo… Por eso hoy, el jefe les dio el día libre.
-¡Qué bueno! Los pingüinos nunca tenemos día libre…
-Las focas tampoco.  Siempre estamos trabajando en busca de comida o de un lugar donde descansar.
-Bueno, después de todo, no es tan malo.  Nosotros nos movemos por donde queremos, mientras la gente en la base, está todo el tiempo allí y a veces, ni siquiera pueden salir afuera.
-Si pobres, qué aburrido... Pero dime: ¿te vas de viaje? 
-Sí, me estoy preparando, dijo Marosa.  -He comido todo lo que pude y estoy lista para viajar, pero todavía me quiero quedar unos días más, para ver cómo se preparan en la base Artigas para recibir el invierno que se aproxima.
-Ya tienen casi todo preparado, aseguró Borravino. –En estos días llegó un avión con personas y carga y están guardando los vehículos de verano en los hangares. Hace poco, un barco inmenso les trajo combustible y muuucha mucha comida, como para todo el año…, así que: ¡están listos!.
-Sí, eso lo sé. Comentó la foca, -Sin embargo, me preocupa cómo harán para obtener agua del lago, porque ahora bajan las temperaturas y la maniobra se hace complicada.
-¡Ja ja!- Se rió Borravino, -yo me divierto mucho con eso.  La semana pasada, luego de una tormenta se les congelaron los caños y estuvieron horas trabajando para arreglarlos…  Me hace gracia verlos moviéndose y lo torpes que quedan con sus manos con guantes y con esos trajes.
-Eres muy malo, dijo la foca.  ¿Por qué ríes de ellos así?
-¿Acaso las personas no se ríen de nosotros cuando ven cómo nos cuesta movernos afuera del agua?
-Cierto.  Dijo Marosa. –Pero es que es tan gracioso ver un pingüino caminando entre las piedras…
-¿Te causa gracia un pingüino? Entonces mírate en un espejo, porque ver una foca arrastrándose sobre su panza fuera del agua, ¡si que causa gracia!.
-Bueno no empecemos con agresiones.  No copiemos a las personas en eso.  Yo no me burlo de los pingüinos y tú no te burles de las focas…
-Está bien, tienes razón.  Sigamos siendo amigos…
Mientras escuchaban el ruido del viento que arrastraba la nieve, Borravino comentó: -¿Sabías que los pingüinos somos aves que no vuelan?



-Si lo sabía. Dijo la foca, sonriendo.  -Pero te cuento que escuché a unos científicos que decían que el famoso investigador Jacques Cousteauhizo una vez una película llamada “El vuelo de los pingüinos”, donde mostraba cómo se deslizaban raudos por debajo del agua, como si volaran.
-¡Si! Es cierto.  Un pariente mío participó en esa película y lo conoció a Cousteau cuando estuvo por acá.
-Qué interesante, dijo la foca.  -Me contaron que navegando en su barco el Calypso, dejó muy valiosos testimonios de la vida en la Antártida...
En eso, la ventisca arreció. 
El anemómetro de la base marcó 96 nudos, o sea casi 200 kilómetros por hora de velocidad del viento y todo quedó blanco y helado. 
Marosa aplastada contra el piso observaba la nieve que volaba sobre su cuerpo y Borravino, que estaba entusiasmado con su pariente el artista de cine, seguía contando historias y desatendiendo la fuerza del viento, abrió sus alitas haciendo cómo si volara en el agua… y entonces, una ráfaga que superó en fuerza a las anteriores, lo encontró en pose de volar… y se lo llevó por los aires, dándole un terrible revolcón. 
Tapado de nieve y mancillado su orgullo, el pingüino tuvo que correr a refugiarse tras el corpachón de Marosa, que riéndose le cantaba: -el pingüino volador… el pingüino voladoooor...  Pero lo acogió a su lado, protegiéndolo como buena amiga que era, mientras les decía: -Despidámonos Borravino, acurrucaditos acá en la nieve, disfrutando la ventisca, en tu día, el Día del Pingüino.
-oOo-

Y colorín congelado,
Este cuento,
Ha terminado  


¿Pueden volar los pingüinos?

No, no pueden. Perdieron la capacidad de volar hace miles de años. Un estudio científico publicado en National Geographic explica que los pingüinos se adaptaron a su actual entorno, modificando su cuerpo para nadar bajo el agua, a la vez que perdieron su capacidad de volar.

Igualmente, la BBC publicó hace unos años, un video donde hacen una broma sobre el vuelo de los pingüinos, que está muy bueno y aquí nos explican cómo lo hicieron:


Para saber más

VENTISCA
Tempestad de nieve pulverizada, a veces acompañada de pequeños cristales de hielo, arrastrado por un viento violento que reduce la visibilidad a cero.
BLIZZARD
La voz blizzard significa "ventisca" en inglés. En español se asocia normalmente a una ventisca de nieve o nevasca en las regiones polares.
NEVASCA
Una nevasca o viento blanco es una tormenta de nieve y hielo, con precipitación de nieve en fuerte intensidad, donde las temperaturas son muy inferiores a 0ºC. Una nevasca acompañada de vientos fuertes puede ser llamada ventisca o ventisca de nieve.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Los gaviotines




Historias de Marosa, la foca curiosa
Los gaviotines

Por Waldemar Fontes




Había una vez un ave muy viajera, un gaviotín llamado Pipín, conocido de Marosa la foca curiosa y de su amigo, el pingüino Borravino, que como todos los años, pasaban el verano en la Isla Rey Jorge también conocida como 25 de Mayo, en la Antártida.

Los gaviotines, son de cuerpo blanco, patas y pico rojo. Tienen como un sombrerito negro en la cabeza y una cola muuuuy larga.

Pipín el gaviotín, era de la especie “Sterna paradisaea”, también conocida como charrán o gaviotín ártico y era un ave muy viajera. Eso lo podemos afirmar con propiedad, pues estos pajaritos, viajan desde el polo norte, hasta la Antártida, todos los años.

Cuando los días se acortan en el hemisferio norte y por lo tanto, se alargan en el hemisferio sur, los gaviotines comienzan su migración y vuelan muchos kilómetros, para llegar a las islas Shetland del Sur, donde viven la foca Marosa y sus amigos. Los científicos han comprobado que estas aves recorren distancias de hasta 80.000 kilómetros, cada año. 

En el verano austral, la naturaleza recibe las bandadas de gaviotines, que llegan con mucho bullicio, alegrando el entorno con sus chillidos y vuelos.

Marosa y Borravino, mientras conversaban, buscaban a su amigo Pipín y no lo encontraban. Ya habían llegado muchos gaviotines y se iban ubicando cada uno, en las zonas donde habitualmente descansaban.

-¿Dónde estará Pipín?- Preguntó el pingüino. -¿Le habrá pasado algo? Hay tanto tráfico en esta época de migración de aves, que me da miedo…

Marosa, no quería demostrar su preocupación, pero estaba un poco nerviosa también. –Ya lo veremos, dijo. –Entre tantas aves haciendo ruido es difícil concentrarse. A lo mejor, se equivocó de isla y aterrizó en otro lado.

-¿Te parece?, dijo Borravino. –Bueno, tal vez si, ya es un pájaro viejo…

-No es tan viejo, tiene apenas 10 años, dijo Marosa.

-¡Diez años! Dijo asombrado Borravino. -¿Y no te parece un anciano? 

-Para nada, dijo la foca. Ayer escuché decir a la científica que estudia las aves, que algunos gaviotines, pueden vivir ¡más de 25 años!

-Uy, eso si que es ser viejo… pensó el pingüino 


Mientras hablaban, un chillido y el zumbido de un vuelo bajo les hizo agachar las cabezas.

-¡Es Pipín!! Dijo Marosa, y efectivamente, el gaviotín, posándose frente a ellos, sin saludar siquiera, comenzó a contar cosas de su viaje por el Ártico, sin parar.

Borravino, que también era muy viajero, pero que nunca había llegado tan lejos, escuchaba atento y asombrado. 

Una bióloga que estudiaba el comportamiento de las aves, los estaba observando con sus binoculares y anotó en su cuaderno: “Los gaviotines tienen amigos esperando su llegada y les cuentan cosas de su viaje…” 

Esta investigadora, muy meticulosa y dedicada, hacía años que trabajaba en la base Artigas y la gente de las dotaciones, la habían bautizado como “la pajaróloga”.

En realidad la científica no estudiaba exactamente a estos gaviotines, sino a sus parientes, “Sterna vittata”, conocidos como Gaviotín antártico o Golondrinas de mar.

Los gaviotines antárticos, no eran tan viajeros como Pipín y se quedaban todo el año en el sur, en los alrededores de la Antártida.

Pipín, se había hecho muy amigo de una familia de estos gaviotines y luego de conversar con Marosa y Borravino, se acercó a saludarlos.

La pareja lo recibió y le mostró lo lindo y prolijo que estaba quedando el nido, donde muy pronto pondrían dos huevos.

Pipín les contó que por el ártico era parecido y él venía de criar dos hermosos pichones que ya se habían lanzado a volar solos y que muy pronto llegarían por aquí a pasear.

La científica seguía observando con sus binoculares. Estaba muy interesada porque podía comparar en directo, las diferencias entre las dos especies.

Borravino y Marosa comentaban lo semejantes que eran los parientes. Solo la cola más larga de Pipín hacía la diferencia, por lo demás eran muy similares.

De pronto, se produjo un gran alboroto. Todos los gaviotines levantaron vuelo y comenzaron a gritar con fuerza.  Borravino se asustó y se acurrucó detrás de Marosa. 


Era una skúa, que posada sobre una roca, observaba la ubicación de los nidos.

Todos los gaviotines, incluido Pipín, volaban alrededor de la skúa y le gritaban que se fuera. Pero ella seguía allí, impasible.

Una “gaviotina”, que había puesto sus huevos muy temprano, no se atrevía a dejar el nido y su compañero la protegía volando a su alrededor.

La skúa voló hacia ellos y se posó muy cerca. La científica observaba todo y preparó su cámara para registrar la escena.

La skúa abrió las alas y se iba a lanzar contra la “gaviotina” que en su nido, se encogió protegiendo los huevos… Borravino se tapó los ojos con sus alitas… y cuando todos pensaron que pasaría lo peor, el ruido de un cuadriciclo, con dos científicos que llegaban con la comida para nuestra amiga “la pajaróloga”, ¡ahuyentó a la skúa! 

Borravino respiró y se fue junto a Marosa. Pipín y los otros gaviotines, siguieron volando, alertas, tratando de alejar a las skúas y la vida natural, siguió su curso.


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                     PARA SABER MÁS                                                 

Gaviotín antártico o Golondrina de mar (Sterna vittata) y Gaviotín Ártico (Sterna paradisaea)
De unos 35 cm., alas de 30 cm., cola de 20 cm. abierta en dos, pico fino de unos 5 cm., plumaje blanco y gris (en el caso de la Sterna paradisaea la horquilla que forman las plumas de la cola es notablemente más pronunciada). Estas especies son algo más pequeñas que el Gaviotín Sudamericano, pero muy similares en el resto de características. La hembra pone dos huevos en pequeños lugares tales como huecos en la roca, o directamente sobre musgo.
La Sterna vittata nidifica en colonias (con nidos muy distanciados entre sí) cercanas al mar en las islas Shetland del Sur, entre finales de octubre y principios de enero. Se sorprende ante la presencia humana emitiendo fuertes graznidos.
Se alimenta principalmente de peces pequeños y krill. Las skúas atacan en vuelo a los gaviotines, incluso cuando van en bandadas, además de depredar los huevos y polluelos que no estén custodiados por los padres.
La Sterna paradisaea, aunque es una especie del Ártico, migra hacia la Antártida, donde se alimenta de pequeños peces y krill; es difícil distinguir ambos gaviotines, Ártico y Antártico, salvo cuando se encuentran en vuelo pues la horquilla que forman las plumas de la cola son visiblemente diferentes.

Referencias:
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/11/ciencia/1263227760.html






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Ver otras historias de Marosa la foca curiosa: www.antarkos.org.uy/marosa
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Escrito el 27 de octubre de 2010, revisado en febrero 2018